La bicefalia en el PP asturiano no funciona. Algo, la verdad, que ya sabíamos de sobra. Desde que la popular Teresa Mallada fuese nombrada candidata para las recientes elecciones, los choques con la presidenta, Mercedes Fernández, han sido continuos y constantes. No ya sólo durante la propia campaña electoral, sino también incluso después de la misma. Recordemos que el más que probable alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli, confesó que estas luchas internas le llevaron a pensar en «tirar la toalla». Lo hizo en un comité ejecutivo donde dejó claro que esto no podía volver a repetirse. Pero pasa, vuelve a suceder una y otra vez, por cualquier motivo o causa. Como en el mito griego de Sísifo, los populares asturianos suben una pesada piedra por una ladera empinada y cuando creen que han llegado a la cima, ¡zas!, se les vuelve a caer.

La noche electoral fue tensa para el PP asturiano y el día después aún peor. Las valoraciones que hicieron de los resultados Mallada y Fernández, se parecieron como un huevo a una castaña. Mientras la candidata veía el vaso medio lleno (Asturias era el lugar donde menos se había perdido), la presidenta lo tildaba de medio vacío (era un retroceso claro debido a la apabullante victoria del PSOE). Y, oigan, así seguimos. Dándose palos la una a la otra cada vez que tienen ocasión. El pasado lunes, sin ir más lejos, la polémica surgió por la política de pactos. «Cherines», sin encomendarse a nadie, manifestó que en su opinión el partido debía abstenerse, para facilitar un gobierno de Pedro Sánchez sin populistas e independentistas. Coincidía, pues, con la candidata a la Comunidad Autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que posteriormente rectificó. El caso es que estas palabras sentaron como un tiro en Génova. Más que nada, porque están en contra de la estrategia que Pablo Casado quiere llevar a cabo. Ya saben, devolverle a Sánchez aquello del «no es no». Por tanto, lío a la vista. La diputada por Asturias en el Congreso, Paloma Gázquez, también se alineó con su presidente nacional, con lo que, la postura de Fernández, se ha quedado huérfana. Casi como una salida de tono a ojos de la dirección nacional.

Desde luego, la situación se hace más insoportable cada día que pasa. Si en la legislatura que va a comenzar el grupo parlamentario va por un lado y el partido por otro, el esperpento puede ser brutal. Me refiero a que el espectáculo que dará el PP será épico. Imagínense a la hora de tomar postura ante un determinado tema o cualquier otro tipo de lance en la vida parlamentaria. De esta manera es imposible seguir y en Madrid están dispuestos a ponerle fin. Sólo esperan el momento preciso para defenestrar a la presidenta. El cómo es en lo que deben acertar, para causar el mínimo daño a la organización. Así y todo, al igual que en cualquier guerra, nada evitará que haya muertos.

@balbuenajm