En la medida en que un varón base su autoestima en un buen desempeño y éxito de su potencia sexual, perder la libido de pronto o la erección o tener miedo de no manejar bien su relación sexual en orden a la satisfacción de su pareja, supone para él un impacto de grandes proporciones. Supone también una bajada de autoestima y un miedo que le inhibirá de cara a sus contactos sexuales. O sea, que para esos varones es de suma importancia funcionar bien en sus encuentros sexuales y, de no ser así, fácilmente se derrumban.
Lo que no saben muchos de ellos es que el estrés acumulado o excesivo puede conducir, entre otras varias consecuencias, a la disminución de su libido, de su potencia en la erección y demás efectos asociados.
Pero no deben desesperarse, porque, si esta es la causa y suele ser frecuente, atacada la causa (el estrés o la ansiedad) el desempeño, mejora sensiblemente en poco tiempo, al volver la potencia.
Basta asegurarse antes de que su impotencia momentánea o su dificultad de erección no se deben a otras causas.
Si la causa es el estrés, bastará acudir a un psicólogo (probablemente también a un sexólogo experto en tratamiento del estrés) para que le enseñe las técnicas apropiadas para su reducción y en ese caso disminuirá su ansiedad y se restablecerán sus anteriores niveles de autoestima.
Paralelamente es necesario complementar la intervención con no apoyar su autoestima tanto en su potencia sexual. Hay otros pilares complementarios que pueden sustentarla. Ese varón necesita valorarse en algo más que en la potencia de su pene. Si no, es una pena…
Y de la mujer ¿qué podemos decir? Algo muy parecido. Con elevado estrés disminuirá en ella la libido o deseo sexual.