ENTRE LO IMPROBABLE Y LO IMPOSIBLE
«Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad» (Arthur Conan Doyle).
Los datos de las elecciones generales en Oviedo fueron un claro aviso a navegantes: las derechas sumaron más en la capital carbayona el pasado 28 de abril. Un mes más tarde, en las municipales y autonómicas, los susodichos datos no hicieron más que confirmarse. Estaba muy claro que las posibilidades de un gobierno municipal socialista se situaban entre lo improbable y lo imposible. Y, tras las fases de tanteo, un día antes del Pleno PP y Ciudadanos anunciaron su pacto para gobernar Oviedo.
Así las cosas, no negaré que me sorprendió el tono de decepción de Wenceslao López en su discurso en la sesión plenaria anunciando que presentaba su candidatura aun sabiéndose perdedor. Esto último lo entiendo perfectamente y le tocaba hacerlo. Sin embargo, si bien desconozco los pormenores de las reuniones que pudieron haber mantenido el PSOE y Ciudadanos en Oviedo, de entrada, se diría que no se podía dar por hecho ni mucho menos que la formación naranja terminase apoyando la candidatura de Wenceslao. Los hechos están ahí y el partido que dirige el señor Rivera alcanzó muchos más pactos con el PP. Oviedo no fue una excepción.
Por otra parte, siempre nos podemos preguntar cómo es posible que el PP, a pesar de las deudas y despilfarros que dejó en esta ciudad, a pesar del estilo zafio que exhibió Gabino de Lorenzo a lo largo de sus mandatos, siga siendo el partido más votado en Oviedo. Obviamente, la realidad no se puede negar, pero sí se puede –y se debe analizar– por aquel afán del que hablaba Ortega y Gasset, al que definía como «la delicia de comprender».
Por cierto, es llamativo que, a lo largo de la precampaña y de la campaña, Gabino de Lorenzo haya estado ausente de principio a fin en todos los actos y conciliábulos de su partido en su amada ciudad.
Por otra parte, a falta de conocer en detalle esas 150 medidas que fueron acordadas entre Canteli y Cuesta, habrá que ver el qué y el cómo de su concreción.
La única sorpresa del Pleno en el que el señor Canteli salió investido como alcalde de Oviedo fue la abstención de Vox, tras haber anunciado en principio que votaría la candidatura del PP. Cabe colegir que esa abstención fue consecuencia de un supuesto ninguneo por parte de los partidos pactantes y ya gobernantes.
En otro orden de cosas, se escenificó también el desencuentro entre el PSOE y Podemos, un desencuentro que va más allá de lo que pueden ser los imperativos de una campaña electoral en la que resulta obligado diferenciar discursos y propuestas.
Y, por último, el antes y el después del Pleno.
Cuando iba de camino hacia el Ayuntamiento, por la calle san Francisco y por la plaza de Riego, no pude no pensar en aquel ‘Grupo de Oviedo’, que marcó la época dorada de nuestra Universidad, también tuve mi recordatorio para el general de Tuña al que mandó ejecutar con saña Fernando VII. Uno y otro: el mejor Oviedo, al que nunca debemos olvidar.
Y el después: tras la sesión plenaria, gentes que esperaban a los suyos para aclamarlos. Muy cerca, en la iglesia de san Isidoro, una boda. La novia entraba en el templo «blanca y radiante», antes de que Canteli saliese del Ayuntamiento para ser felicitado por los suyos.
Me quedo con eso: con lo improbable que fue imposible. Con una izquierda derrotada y dividida, frente a un conservadurismo que vuelve, veremos cómo, veremos con qué planteamientos.
Les aseguro que no es retórica: Me duele Oviedo.