Aunque el alcalde Wenceslao López no detalló de forma pormenorizada las razones por la que considera que no procede que el Ayuntamiento de Oviedo se persone en el ‘caso Enredadera’, estoy totalmente convencido de que ello no obedece a ningún afán de ocultación por su parte, sino que casi con toda seguridad considera el primer edil que no es el momento procesal para hacerlo.
Aparte de lo que habíamos venido conociendo hasta el momento, por lo que publica El COMERCIO, a resultas de ciertas conversaciones grabadas entre algunos empresarios implicados en esta trama, se pretendía entrar a saco en Asturias, mediante sobornos y «conseguidores», o sea, obtener dinero ilícitamente a expensas de las cantidades que podrían derivarse de sanciones de tráfico. Ejemplarizante, a decir verdad. Y, además, parece ser que pretendían que nuestra ciudad viniese a ser el punto de partida para introducirse en otros municipios de Asturias.
Lo cierto es que, a poco que nos planteemos el asunto, nos apodera la náusea y nos invade la indignación. Con el pretexto de sanciones por supuestas irregularidades a la hora de conducir, lo que estaba detrás era un afán recaudatorio cuyo fin, en las voluntades de las personas presuntamente implicadas, no era la seguridad de las gentes, sino llenar sus alforjas.
Ciertamente, estamos deseosos de conocer en detalle toda esta trama, empezando por saber las fechas en que todo esto se intentó.
En Oviedo, no sólo venimos asistiendo a un proceso en el que vamos conociendo los pufos y ruinas que nos dejó el ‘gabinismo’, sino que además hay historias como la del caso que nos ocupa que van más allá del despilfarro, que tienen todas las trazas de ser corrupción en estado puro.
Y, a propósito de esto, de la corrupción irrespirable a la que hemos llegado en todo el país, en el caso del que aquí venimos hablando, se pone de manifiesto también la existencia de presuntos virtuosos del intento de soborno a cargos públicos, es decir, a personas que, teóricamente, están representando los intereses de la ciudadanía. No hay que olvidar la perogrullada que sigue: si hay corrupción es, entre otras cosas, porque existen corruptores.
Poco nos interesan las discusiones entre grupos políticos, lo que en verdad nos apremia es acabar con una atmósfera que hace irrespirable la vida pública, atmósfera que, por lo que se viene informando, también se padeció en Oviedo.
¡Ay! En este caso, la Caja de Pandora lo que tiene de insoportable es su olor, más exactamente, su hedor.