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Luis Arias Argüelles-Meres

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Recuerdos de Oviedo: El Teatro Campoamor

La aguda sensibilidad de Clarín respira deseos contenidos, casos de conciencia, sutilidades de confesionario” (Fernando Vela).

Séneca, en esa suerte de aviso a caminantes que constituye su libro acerca de la brevedad de la vida, advirtió, entre otras cosas, que gracias a la lectura, nuestros recuerdos ampliaban asombrosamente los horizontes, pues, los buenos libros nos proporcionaban también noticia de otras muchas vidas anteriores a la nuestra, sin perder de vista tampoco que, en muchos casos, esas vidas leídas, además de anteriores, son también mucho más interesantes que las propias. El hecho es que, cada vez que me viene a la mente el teatro Campoamor, acuden, entre otros, personajes como Clarín y Ortega.
En cuanto al autor de “La Regenta”, a poco que se conozca su biografía, sabremos lo importante que fue para él que llegase e erigirse el Teatro Campoamor. Amaba mucho a su ciudad y no amaba con menor intensidad al género teatral. Ambos amores tuvieron ciertamente muchos episodios conflictivos. Y, en cuanto al segundo de ellos, el fracaso de Clarín como autor dramático constituye uno de los lances más dolorosos de su vida como literato.
Pero el hecho fue que, siendo Alas concejal del Ayuntamiento de Oviedo, luchó cuanto pudo para que nuestra ciudad contase con un Teatro que no desentonase con respecto a los más lujosos de nuestro país. Y, por fortuna, vio hecho realidad este gran proyecto.
Por eso, cuando me paro a pensar en el Teatro Campoamor, Clarín se me vuelve omnipresente, el Clarín que fracasó en el género como autor y el Clarín de su etapa más existencialista y melancólica, al que tan maravillosamente supo retratar Fernando Vela.
Por otra parte, el Campoamor no sólo guarda relación con la trayectoria de Clarín, sino también con la de otros muchos personajes de relieve, con anterioridad todos ellos a los Premios de la Fundación Princesa de Asturias.
Del mismo modo que es insoslayable Clarín en la historia del Teatro Campoamor, de un Clarín que había entrado ya en la última etapa de su vida, también hay que poner de relieve la presencia de Ortega y Gasset en este mismo escenario.
En efecto, cuando el filósofo pronuncia su conferencia en el Campoamor en 1932, no es existencialmente un hombre decrépito, pero sí es cierto que coincide con un momento muy significativo en su trayectoria pública. Ortega, intelectual de referencia desde 1914, llega a Oviedo decidido a retirarse de la vida política, decidido a iniciar lo que se conoce como su silencio en la política, silencio relativo y discutible, pero ésa es otra historia.
En todo caso, dejará el Parlamento y se concentrará en sus clases y en sus libros. Pero no sólo vino a Oviedo a despedirse de su compromiso con el Estado al que tanto había contribuido a proclamar. También aprovecha para decir cosas sobre nosotros y sobre nuestra tierra. Es el momento en el que habla de nuestra intransitividad más allá de Pajares.
Clarín y Ortega, sin duda, dos figuras que forman parte de la mejor España intelectualmente hablando. El teatro Campoamor es una de las referencias de sus trayectorias públicas.
Por eso, nunca dejo de preguntarme cómo es posible que no se tenga en cuenta la relación de estos dos irrepetibles personajes con nuestro Teatro Campoamor.
Se diría que ese olvido es una de las muchas carencias que hay en nuestra memoria colectiva.
Y, más acá de esos recordatorios que uno lleva dentro de sí con no menor intensidad que las vivencias más personales, quiero y puedo decir que el Teatro Campoamor respresenta muchas y muy variadas cosas en mi memoria.
El Teatro Campoamor es también el enclave de lujo de las representaciones operísticas en Oviedo. Muchos vimos allí, por vez primera, los trajes de noche, que también formaban parte del espectáculo, que hacían de preámbulo, y bien sabida es la importancia de los prolegómenos en todo aquello que contemplamos.
También funcionó como cine. En este sentido, se me permitirá cometer la indiscreción de confesar que, en general, no se nos pedía el carnet para entrar a películas de mayores de 18 años cuando estábamos cerca de cumplirlos. No eran, por fortuna, muy estrictos.
Y, andando el tiempo, como bien sabe todo el mundo, el Campoamor es el escenario en el que Oviedo cobra protagonismo informativo por el ceremonial de los Premios.
Desde luego, no es del caso hacer consideraciones al respecto en el presente artículo. Pero convendrán conmigo que resulta lamentable que no se tenga presente que el Teatro Campoamor atesora una importante historia con anterioridad a los Premios.
Nadie parece tener presente la implicación de Clarín para que el proyecto se convirtiese en realidad. Nadie parece tener presente que en el Campoamor hubo actos políticos muy importantes en plena República.
Teatro Campoamor, muy cerca de lo que fue el cuartel de Santa Clara, hoy Delegación de Hacienda. Teatro Campoamor, que sufrió las consecuencias de los disturbios de la Revolución del 34.
Teatro Campoamor, la lírica, sí, la lírica, si se piensa que se le llamó así porque se le quiso poner el nombre de un poeta de relieve que fuese asturiano. En ello, también intervino decisivamente Clarín, que admiraba al poeta nacido en Navia, o que, al menos, como crítico, nunca le lanzó invectivas.
Un escenario teatral con nombre de poeta. Pues eso: la lírica, lírica también en lo que se refiere a los espectáculos de ópera.
Teatro Campoamor, la épica. ¿Qué épica? La de aquella Asturias que crecía con el impulso de modernidad que aportaban los indianos. La de aquella Asturias que estaba en vanguardia de la cultura española con personajes de la envergadura de Clarín y Pérez de Ayala, entre otros.
Teatro Campoamor, la épica, si por tal entendemos, la batalla que libró Clarín como faro de la mejor España buscaba la modernidad y al progreso.
Teatro Campoamor, la memoria, aquella que viene en los libros, aquella otra de las vivencias personales y de los sueños de infancia y adolescencia.
Teatro Campoamor: la modernidad.

Foto de Luis Arias Argüelles-Meres.
Foto de Luis Arias Argüelles-Meres.

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Sobre el autor

Luis Arias Argüelles-Meres es escritor y profesor de Lengua y Literatura en el IES "César Rodríguez", de Grao. Como columnista, publica sus artículos en EL COMERCIO sobre,actualidad, cultura, educación, Oviedo y Asturias. Es autor de los blogs: Desde el Bajo Narcea http://blogs.elcomercio.es/desde-el-bajo-narcea/ Desde la plaza del Carbayón http://blogs.elcomercio.es/panorama-vetustense/


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