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Juan Neira

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LA IZQUIERDA RADICAL

La única novedad que puede surgir de la epidemia de pactos que azota a la izquierda asturiana es la alianza entre Podemos e IU. Cuando se conocieron los resultados de las últimas elecciones autonómicas ya se vio que en el nuevo mapa parlamentario había “otra” izquierda con tantos escaños como el PSOE.

Sin embargo, los socialistas, con 14 diputados, pudieron gobernar mientras que el bloque de la izquierda radical no fue capaz de dejar su tarjeta de visita en la Junta General del Principado, al mantenerse dividida en dos grupos que, paradójicamente, concurrieron juntos en las últimas elecciones generales. Ahora, con la mitad de la legislatura desperdiciada en polémicas estériles, Podemos e IU inician el camino de la convergencia.

Sobre la relación del PSOE con otros grupos de izquierda hay en Asturias sobrada experiencia. Ya se sabe lo que da de sí. Los socialistas aprobaron presupuestos y compartieron gobiernos de  unidad de la izquierda, presididos por Álvarez Areces. Si hay que resumir en pocas palabras el resultado de la estrecha colaboración entre PSOE e IU, diremos que fue especialmente provechosa para los socialistas que lograron por la vía de los acuerdos la fuerza que no habían recibido del electorado.

PSOE

En aquel periodo, la diferencia de escaños entre PSOE e IU -el primero siempre sacaba más de veinte escaños e IU no superaba los cuatro- hacía que la hoja de ruta del gobierno se atuviera al programa socialista. El único beneficio que obtenía IU era una mayor dotación para las consejerías que gestionaba y una mayor visibilidad para sus líderes, ocultos por la fuerza del bipartidismo.

En otras ocasiones, la negociación entre PSOE e IU no llegó a buen puerto. Entonces, los socialistas ponían encima de la mesa el “plan B”, consistente en llegar a acuerdos con el PP. En un abrir y cerrar de ojos se pasaba de la probable unidad de la izquierda a la realidad de la gran coalición. El mejor ejemplo lo tenemos en los mandatos de Javier Fernández. Si IU se lo ponía fácil, el PP lo sirve en bandeja.

El PP no tiene ningún problema en asumir los presupuestos socialistas, siempre y cuando incluyan una pequeña novedad. Unas veces es un pequeño retoque en el IRPF, y otras la elevación del mínimo exento en el Impuesto de Sucesiones. Hay que tener programas y objetivos muy similares para que el simple hecho de dejar sin gravar las herencias inferiores a los 300.000 euros sirva para dar el visto bueno a las cuentas del Gobierno socialista.

Esta doble alternativa seguirá presente en el futuro inmediato. Dicho con otras palabras: el PSOE prefiere acuerdos que le beneficien por la izquierda, pero Podemos e IU deben saber que no son imprescindibles para gobernar.

La oferta estival de Javier Fernández, dirigida a Podemos e IU, para alcanzar una mayoría de izquierdas, se inscribe en la estrategia expuesta. La izquierda radical no va a imponer sus alternativas, porque en caso de que las negociaciones se bloqueen, el Gobierno tiene una salida de socorro que se llama PP. Recientemente, Mercedes Fernández ya recordó que su partido está disponible.

En una entrevista que se publica en estas mismas páginas, Daniel Ripa, secretario general de Podemos en Asturias, analiza con acierto el camino emprendido con IU, al mostrarse cauto ante la política seguida por el grupo parlamentario de IU con el Gobierno socialista; apuesta por los acuerdos concretos; cree que Ramón Argüelles –coordinador general de IU- no ve a Podemos como enemigo, sino como posible aliado; y sueña con un “movimiento rebelde, insumiso, que intente cambiar Asturias”.

Hasta ahora, la mayor diferencia entre Podemos e IU, con respecto al PSOE, es que el partido morado quiere ser alternativa a los socialistas, mientras e IU se conformó con alejarlo del PP.

Dando por bueno que Podemos e IU tienen todo el derecho del mundo a constituir una alternativa de gobierno, independiente del PSOE, creo que tienen ante sí tres obstáculos.

OBSTÁCULOS

El primero, y más difícil de resolver, tiene que ver con el análisis político. Asturias puede necesitar una alternativa de gobierno de izquierdas, pero a condición de que esa izquierda con rostro nuevo no herede las hipotecas de sus mayores. Con las clásicas verdades de la izquierda el fracaso en la gestión está asegurado, y se acabará el experimento.

No se pueden resolver los problemas de la gente adorando al sector público, cual becerro de oro. Una extraña divinidad a la que hay que ofrecer constantes sacrificios en forma de pago de tributos, que no evitan el exponencial crecimiento de las deudas. Gobiernen ustedes como quieran, pero no nos traten de convencer de que dos y dos suman cinco.

Segundo problema. Si en el mes de septiembre el “sanchismo” se hace con el control de la FSA, es muy probable que el sector de IU más proclive a llegar a acuerdos con el PSOE (Gaspar Llamazares) le concederá otra oportunidad.

Tercer problema. En la izquierda, el nuevo eje de fuerza, Sánchez-Iglesias, se proyectará sobre las comunidades autónomas. Pablo Iglesias quiere absorber a  IU (prácticamente ya lo ha logrado) y pactar con el PSOE. La izquierda radical asturiana está en otra onda. Riesgo de colisión.

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