En la celebración de la Pascua Militar, el Rey ha pronunciado un discurso en el que recordó a las víctimas del terrorismo. La intervención de don Juan Carlos se produce en un momento de gran reconocimiento de la sociedad española y sus instituciones hacia la labor realizada por el Jefe del Estado a favor de la democracia a través de 32 años de reinado. Es una pena que el consenso de los líderes políticos sobre el papel del Rey no se extienda hacia otros asuntos de Estado, como la política antiterrorista.
Don Juan Carlos ha recordado a las víctimas del terrorismo, cuyo ejemplo debe ser reconocido por todos. Hablar de las víctimas del terror no es un tópico, porque en España fue un asunto prohibido. Hace treinta años, cuando ETA asesinaba a cien ciudadanos al año, las víctimas sólo eran visibles en los funerales, cuando entre gafas de sol y rictus de angustia recibían el pésame de la autoridad civil de turno. Luego, quedaban borradas del mapa, como la memoria de los asesinados. Ese tiempo recibió el nombre de “los años del plomo”, porque la sociedad vasca se regía por la norma de los vecinos de Palermo: no ver, no oír, no hablar. Vamos a decirlo de forma cruda: en los años setenta del siglo pasado, sobre las víctimas recaía el odioso prejuicio de que eran culpables de algo; en los años ochenta, pasaron a ser los daños colaterales de un conflicto político; a mediados de los noventa, adquirieron la condición genuina de víctimas, susceptibles de solidaridad, y sólo desde entonces los que dan al gatillo y ponen la bomba empezaron a ser un grupo de asesinos sin coartada para matar. Es importante llamar las cosas por su nombre -víctimas y asesinos- porque así se verá más claro el insustituible papel de la Policía para acabar con la violencia etarra y la escasa flexibilidad que tiene el Estado de Derecho para tratar con esa banda de asesinos.
La polémica abierta, en esta legislatura, entre los dos grandes partidos, PSOE y PP, sobre ETA, es un hecho excepcional en nuestro entorno democrático. Laboristas y conservadores opinan lo mismo del IRA, los partidos alemanes tuvieron una sola voz con respecto a la banda Baader Meinhof, y la DC y el PCI actuaron conjuntamente contra las Brigadas Rojas. Las víctimas deben unir a todos.