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Triunfos, fracasos y todo lo contrario

GRAF8564. MADRID, 26/05/2019.- Dos monjas votan este domingo en el instituto de enseñanza secundaria Lópe de Vega de Madrid. EFE/Luca Piergiovanni

Un clásico de la jornada electoral. EFE

Cuentan que un día en un chigre, lugar en el que, como todo el mundo sabe, se toman las decisiones más importantes, se tienen las conversaciones más determinantes y se rascan, por tanto, las noticias buenas, una exlideresa de cierto partido conservador dio el siguiente titular: «En Asturias, somos un poco rojos hasta los de derechas». La cosa no pasó a mayores, como no suelen pasar las cosas en los chigres, pero la frase quedó para los anales. Y pa otru culín. Realidades, tópicos y análisis sociológicos de barra al margen, hay dos maneras de ganar unas elecciones: ganando y arrasando. Y el domingo el PSOE de Barbón arrasó. Lo hizo porque 20 diputados hoy, con siete partidos tocando pelo, están a la altura de las ‘mayorionas’ de cuando éramos ricos y vivíamos felices y comíamos de Hunosa y de Ensidesa; de cuando los 45 diputados eran ‘mitad pa ti, mitad pa mí y lo que sobre para Izquierda Unida’. O así. El de Laviana, con su discurso de Laviana, arremangao y sin corbata, supo hacerlo, y supo subirse a la ola, al tsunami que provocó con buen cálculo y buena suerte Pedro Sánchez desde Madrid.
Sus 20 diputados son el golpe, suave y con modales, es cierto, pero golpe al fin y al cabo, sobre la mesa. Sobre la mesa básicamente de Podemos, que después de estrenarse con nueve diputados se queda con cuatro y libra por los pelos el grupo parlamentario propio. Y llegados a este punto eso no es ninguna chorrada, que los gritos en el mixto pueden oirse en Taramundi, que meter en el mismo gallinero a Vox, Foro e IU es al sector avícola lo que mezclar churras con merinas al ovino. O agua con aceite, o más bien con gasolina. Los primeros llegan subidos de tono, porque así es su naturaleza, y además debutan con ganas de entrar en la Junta como Clint Eastwood en ‘Sin Perdón’, al grito de «¿quién es el dueño de esta pocilga?»; los segundos y los terceros, no tanto, que para atrás siempre se camina peor que para adelante a menos que uno (unas en este caso) sea Michael Jackson, y ni Carmen Moriyón ni Ángela Vallina presentan maneras de ‘Thriller’, al menos de momento. Todo se andará. Y eso que la todavía alcaldesa de Gijón, aunque sea por un suspiro, tiene más pinta de pedir otra vez bisturí que de morir matando en la calle Fruela. Qué necesidad.
Y hablando de enfermos y hospitales: ¿Qué pasa con el PP? Pues ahí sigue. Sin ‘sorpasso’ ni de lejos y con apenas una baja entre los daños colaterales. Eufórica está Tere Mallada, y no es para menos, que ya se sabe que los éxitos y los fracasos se miden siempre en función de las expectativas, en el amor y en la guerra. El Partido Popular llegó al día D con varios bypass recién puestos y una buena colección de autolesiones. Y ahí está, en planta y listo para volver, como McArthur. Contra todo pronóstico y contra sí mismo. O misma, no sé si me explico. ¿Y Ciudadanos? Pues lo mismo, pero al revés, aunque eso mejor se lo preguntan a Juan Vázquez.
Así que se acabó lo que se daba. Las fuerzas de la naturaleza han vuelto a colocarse, y Gijón para el PSOE, y Oviedo para el PP, y Mieres para Anibal, que hoy debe de andar paseando elefantes por San Isidro. Y aquí paz y después… Después la reconversión industrial pendiente, la transición ecológica pendiente, las comunicaciones pendientes y la demografía pendiente de un hilo. Pero esa ya es otra historia. Tienen cuatro años para escribirla y un curro por delante que asusta. Seguiremos vigilando: como la guardia de la noche. Muro, mientras el mar no se lleve el de San Lorenzo y sigamos sin variante de Pajares, tenemos como para aburrir.

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por María de Álvaro

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