Por María de Álvaro

El otro día estaba probándome ropa con una amiga algo mayor que yo –aunque no se note nada, porque ella no sólo es estupenda, lo está– y me dijo una frase que voy a tardar en olvidar –no digo que no olvidaré jamás porque creo firmemente en la máxima de que la felicidad consiste en tener buena salud y mala memoria–. El caso es que estaba yo reticente con una camiseta que ella, sostenía, me quedaba fantássssssstica cuando me espetó: «Lo que te pasa a tí es que eres una hortera de los 90».
Efectivamente. Soy una hortera y, además, de los 90, lo que no sería ningún problema si no fuera porque ahora para estar ‘it’ (no es una errata, lo de ‘in’ está más pasado que ‘ideal de la muerte’, que lo leí en el Vogue) hay que ser de los 80. Y los que crecimos con Naranjito y una mirinda con calamares los domingos estamos todo el día presumiendo de ochenteros cuando en realidad somos noventeros (palabra sin patentar siquiera).
Somos los que no podemos contar qué estábamos haciendo cuando murió Franco porque no lo sabemos. Los que recordamos el 23-F como aquel día que no fuimos al cole y ponían dibujos de Moby Dyck en la tele ¡por la mañana!. Los que cuando oíamos en la calle ‘OTAN no, bases fuera’ preguntábamos «¿Mamá, que es OTAN?». Somos los niños de Espinete. Ni los de la Familia Telerín ni los de los Caballeros del Zodiaco.
Venía esto al caso de la camiseta fantásssstica, que terminé comprando, por supuesto, y al revival ochentero que nos ha tocado vivir. A nosotras, que cuando los leggins se pusieron de moda por primera vez llevábamos vestidos de nido de abeja y ropa interior de perlé (aún no se lo he perdonado a mi madre, por cierto). Así que ahora somos las peores, porque nos ponen en los escaparates lo que de niñas queríamos llevar y no nos dejaban. Y caemos como moscas.
Confieso que hoy he asaltado el baúl de los recuerdos de mi madre y me he puesto sobre la camiseta larga un cinturonazo de ante por el que suspiré muchas veces a mis 12 años. La venganza, chicas, es un mal sentimiento. Pero se queda una tan a gusto.