El minuto de silencio en memoria de dos exediles del Ayuntamiento de Oviedo que fallecieron recientemente, Begoña Pérez y Emilio Huerta, ‘Triqui’. El orden del día que anunciaba muchas cuestiones a debatir. Un grupo de trabajadoras de los centros de día a quienes se les concedió la palabra para exponer la difícil situación en la que se encuentran no sólo ellas en sus tareas, sino que también dejaron muy clara la precariedad de medios de estos servicios tan importantes para el cuidado de nuestros mayores, en una tierra en la que el declive demográfico va a más.

También se habló, en consonancia con lo que estaba en el orden del día, del fin de ETA, de la polémica sentencia sobre ‘La Manada’ y de la disminución de medios y de personal en el servicio de correos en Asturias. Sobre el fin del grupo terrorista, se suscitó que nunca se olviden sus crímenes, ni tampoco a sus víctimas. De ahí, inevitablemente, se pasó al franquismo, que también tiene sus víctimas merecedoras de ser recordadas. Sería fantástico que llegase el día en el que no hubiera memoria selectiva por parte de nadie.

Rosón y sus esfuerzos para explicar con claridad los números con los que tiene que trabajar el Ayuntamiento de Oviedo. Unos números que, a pesar de la mengua que supone pagar los pufos tan archiconocidos, sobre todo, el de Villa Magdalena y el del Calatrava, también consignan partidas para las necesidades de la ciudad y sus barrios, del concejo y sus pueblos. Unos números que además se las tuvieron que ver por las restricciones emanadas por el hasta hace muy poco Gobierno central. ¡Ay, Montoro!

Así pues, pitagorismo en estado puro, los números, los pares, los impares, el famoso teorema.