TRES DÍAS DE MAYO
«Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral» (Ortega).
Estoy por asegurar que el ‘sí, quiero’ del PNV a los presupuestos del Gobierno apenas supuso un ligero alivio para Rajoy en medio de la detención de Zaplana y de la sentencia de la Gürtel, que encendió la mecha para que Pedro Sánchez anunciase su moción de censura apenas 24 horas después de la referida sentencia.
Una moción de censura en un momento en el que Ciudadanos disfruta de lo que le vaticinan las encuestas, en un momento en el que el que Podemos sufre el terremoto político resultante de la famosa compra del chalé en Galapagar, por cierto, en la misma localidad en la que Ortega y José Gaos hacían filosofía peripatética, escapándose de Madrid. Como ven, indeleble huella filosófica, presencia asturiana incluida.
Tres días de mayo letales para el PP, que ponen de manifiesto, entre otras cosas, lo peor de la era de Aznar y que, al mismo tiempo, dejan en evidencia a Rajoy no sólo como uno de los principales dirigentes del partido en los hechos juzgados, sino también por lo que declaró en el juicio de marras, insostenible a todas luces.
Tres días de mayo que pueden ser vísperas de nada, pero que, en todo caso, marcan un antes y un después en la trayectoria política de Rajoy, moralmente desautorizado a continuar al frente del Gobierno. Tres días de mayo para que algunos huyan despavoridos de las hemerotecas.
Ahora resulta que los mismos que defenestraron a Pedro Sánchez, por haberse negado a facilitar el Gobierno a Rajoy, no se oponen, al menos, abiertamente, a la moción de censura, y no hablo solo de los dirigentes del PSOE que orquestaron esa maniobra, sino también de no pequeña parte de la opinión publicada.
Ahora resulta que Pablo Iglesias ya no hace prepotentes puestas en escena autonombrándose vicepresidente del Gobierno, sino que asegura que le darán el ‘sí, quiero’ sin condiciones a Pedro Sánchez.
Ahora resulta que Ciudadanos, partido que abandera el regeneracionismo, se encuentra en el dilema de no secundar la moción de censura, al tiempo que reconoce que su apoyo al PP para la gobernabilidad de España se ha acabado.
Ahora resulta que el PNV frunció el ceño ante la moción de censura, al tiempo que declara que vendería muy caro su apoyo a Pedro Sánchez, hablamos del mismo partido que secundó los presupuestos de Montoro, incluso a pesar de que el 155 sigue en vigor en Cataluña.
Días de mayo en los que se pone de relieve la ausencia de voluntad política. La sociedad en su conjunto tiene claro que hace falta un pacto por la regeneración de la vida pública y que, ante la fragmentación que el electorado soberano decide, es obligado buscar grandes pactos por encima de los intereses partidistas, de las estrategias cortoplacistas, de las pantomimas de unos y otros.
