«La vida sólo se comprende mirando hacia atrás, pero sólo puede ser vivida mirando hacia delante». (Kierkegaard).
Se confirmó lo que se esperaba, esto es, que no habrá presupuestos en Asturias para 2018, pues, al final, no hubo acuerdo entre el Gobierno autonómico y la formación morada. Confieso que, de todo esto, lo que no acaba de encajarme es que el busilis estuviera en la apuesta de Podemos por la gratuidad de la escuela de 0 a 3 años. No porque esto no sea importante, sino porque se me ocurren otras muchas cuestiones para el desacuerdo y la discrepancia.
Sea como sea, resulta muy llamativa la reacción de Javier Fernández, al hablar de “vetocracia”, culpando a Podemos de converger con la derecha con su enmienda a la totalidad. Y me sorprende porque, en lo que se refiere a votar con la derecha, nuestro Presidente tiene experiencia, sin ir más lejos, eso ocurrió con los presupuestos del pasado año. Y tengo para mí que, si no hubo acuerdo con el partido conservador este año, fue, sobre todo, porque la actual FSA no lo vería con buenos ojos y se escenificaría un desencuentro entre el partido y el Gobierno que ambos quisieron evitar.
En ese “más acá” del implorado pacto presupuestario con las formaciones de izquierda, está, a mi juicio, el dramatismo del actual Presidente, al que no parece entusiasmarle pasar a nuestra pequeña historia como un dirigente socialista que no fue capaz de entenderse con todas las fuerzas de la izquierda. De ahí que se quiera responsabilizar a la formación morada con la onerosa carga de que estuvo en su mano que Asturias tuviese en el año entrante unos presupuestos de izquierda, o, al menos, pactado entre formaciones que son izquierdistas en sus siglas.
No exagero cuando hablo del dramatismo que sufre un Presidente que rehúye analizar el pasado más inmediato y que responsabiliza en exclusiva a la otra parte, en este caso a Podemos, de la falta de acuerdo, por mucho que un acuerdo sea siempre cosa de dos.