Tres meses y diecinueve días después del anuncio del cierre de Alcoa de las plantas de Avilés y La Coruña y casi veinte días después de que los trabajadores aceptaran en referéndum el acuerdo con la multinacional para retrasar la presentación del expediente durante seis meses, hasta el 30 de junio, el anuncio de ayer por parte de los gobiernos central y los autonómicos suscita algunas dudas. Dudas generadas en primer lugar por las declaraciones de la ministra de Industria, Reyes Maroto, que hace cuarenta y ocho horas hablaba motu proprio de que en su departamento se «evaluaban ya ofertas» sobre la posible compra de Alcoa. Ayer, en la reunión mantenida en Madrid por la llamada Comisión de Seguimiento, ni hubo señales de esas ofertas ni compareció la ministra, que se quedó en Galicia. Es la misma ministra que también anunció una reunión con los responsables de Alcoa en Pittsburgh y tampoco nunca más se supo de ese viaje.
Dudas que no ayudó a despejar el consejero de Industria, Isaac Pola, cuando a la salida de la reunión de Madrid habló de «descentralizar la gestión de actuaciones», «dar más protagonismo a las comunidades autónomas», «creación dentro de unas semanas de una oficina de proyecto específico para Avilés» y llevar «en la primera quincena de marzo» hasta un «cuaderno de venta de la planta de Avilés, con plan industrial incluido». Demasiadas palabras, pero concreción cero.
Y tres temores. Uno, que el Gobierno regional no tenga suficiente capacidad para negociar una venta si no controla aspectos como el de la tarifa eléctrica, ayudas a la eficiencia energética o cualquier otra contrapartida que le supere como administración. Dos, que la única alternativa, hoy, sea la de seguir con el horno de refusión e ir olvidándose de las cubas electrolíticas (50-60 trabajadores frente a 317). Y tres, mientras tanto el tiempo sigue pasando de forma inexorable y sin avances.
Publicado en El Comercio-La Voz de Avilés el 6 de febrero de 2019